Hay muchos negros que ignoran que son negros

La III Cumbre del Pueblo Negro, Afroamericano, Raizal y Palenquero terminó lejos de garantizar unidad, con crecientes voces hablando de discriminación entre los mismos negros colombianos. Foto: Orlando Gamboa.

Para Naka Mandinga, el problema más serio de muchos negros colombianos es que les falta bastante para convencerse de que son negros y superar la discriminación que hay entre ellos mismos.

En otras palabras, hay negros que ignoran que son negros, y por eso se consideran diferentes... Y son muchos más de los que se llega a pensar.

La de Mandinga es, sin duda, la voz negra más elocuente de Colombia. Y, quizás, la de conciencia más profunda.

Ser maestro durante 30 años le dejó un léxico enorme que, cuando habla, lo convierte en un arrollador torrente verbal de precisiones milimétricas y de semántica envidiable.

Su conciencia viene de antes. De cuando descubrió que su tatarabuelo Juan Bautista Mandinga fue secuestrado en África occidental y esclavizado en Colombia por Pedro Agustín de Valencia en minas de oro del río Yurumanguí, cerca de Buenaventura, de donde se fugó para crear el palenque El Desparramado.

Luego descubrió la historia de Naka, un luchador social de Nigeria. Entonces, Jorge Isaac dejó de llamarse así. Hoy es Naka Mandinga, descendiente directo del Imperio Malí o Imperio Mandinga, creado en el siglo 13 por Sundiata Keïta.

Mandinga recuerda que, para muchos, en los países hispanoamericanos, su apellido es el nombre del demonio, y señala que es así, porque la colonialidad lo impuso, debido al carácter libertario que acompañaba a los esclavos negros, que los hacía rebeldes y, por veces, violentos.

   Por eso, como sus antepasados, no tolera dominaciones de ninguna naturaleza y lucha por la unificación de los negros colombianos.

Y aboga por conciliar pronto esa gran diferencia de fondo, para superar la    pregunta: “¿usted está para pedirle limosna al Estado, o para exigirle sus        derechos?”

Mandinga repudia con vehemencia todo lo que se refiera a colonialismo y esclavitud, y alza el tono de su voz cuando señala que el mayor daño que la colonialidad iberoamericana hizo a los negros fue “el lavado cerebral para  insertar en las mentes de las grandes masas de esclavos de ascendencia africana,  el afán por aborrecer la condición de negros”.

 Y explica que esa es la razón que explica por qué, en muchas comunidades   negras, hasta hace poco se repetían ofensas como “por no ser tan negro, no te   digo lo que tengo que decirte”.

Mandinga habló con Animal Político (AP) durante la III Cumbre del Pueblo Negro, Afrocolombiano, Raizal y Palenquero, que se cumplió hace pocas semanas en Bogotá, y que, pese a los esfuerzos de los organizadores por predicar la unidad, dejó disgustos entre los negros que no son del Pacífico.

Sucedió, también, que lo que la Constitución decía en el artículo 55, de “comunidades negras”, por iniciativa del Estado, a la que nadie se opuso entonces, se transformó en comunidades negras afrocolombianas, y luego vino el resto de distinciones.

Todo, porque según Mandinga, “para el Estado, el negro es el salvaje, y el afrocolombiano ya está domesticado”.

Así, no todos los negros son conscientes de que “mientras más nos dividan, más fácil nos van a seguir dominando”.

Édgar enrique Arregocés, es uno de los que se queja de la división creada por el Estado colombiano, y de la discriminación que se practica entre los propios negros, al considerar que se debe dar prioridad a los descendientes de africanos del Pacífico.

Arregocés representa a Los Afro de Tabaco, una asociación de La Guajira, que acusa al Estado de acciones que llevaron a que en pueblos como Rochi, Manantial, Tabaco, Albania, Chancleta y Padilla, entre otros lugares, los Bárbaros Hoscos (como los llamaron los españoles), perdieran 60,000 hectáreas, que fueron destinadas a la minería extractiva de El Cerrejón.

Arregocés y su gente no olvidan que fue en el Caribe donde se dieron los primeros palenques.

“Nosotros estamos allí desde 1740, con nuestro territorio que perdimos, por el cual el Estado no ha reconocido el daño que nos causaron con la minería ni nos ha indemnizado”, se queja.

Admite, en concordancia con Naka Mandinga, que, en cambio, el Estado ha generado división entre los negros, con distinciones como las de Negros, Afroamericanos, Raizales y Palenqueros, “cuando todos somos un solo pueblo”.

La ley que de los desacuerdos

En desarrollo del artículo transitorio 55 de la Constitución de 1991, surgió la Ley 70 de 1993.
En concepto de muchos negros, la norma prioriza a los descendientes afroamericanos de la Cuenca del Pacífico, y casi olvida a los demás negros.

La ley tiene por objeto reconocer a las comunidades negras que han venido ocupando tierras baldías en las zonas rurales ribereñas de los ríos de la Cuenca del Pacífico, de acuerdo con sus prácticas tradicionales de producción, el derecho a la propiedad colectiva, de conformidad con lo dispuesto en los artículos siguientes. Así mismo tiene como propósito establecer mecanismos para la protección de la identidad cultural y de los derechos de las comunidades negras de Colombia como grupo étnico, y el fomento de su desarrollo económico y social, con el fin de garantizar que estas comunidades obtengan condiciones reales de igualdad de oportunidades frente al resto de la sociedad colombiana.

De acuerdo con lo previsto en el parágrafo 1o. del artículo transitorio 55 de la Constitución Política, esta ley se aplicará también en las zonas baldías, rurales y ribereñas que han venido siendo ocupadas por comunidades negras que tengan prácticas tradicionales de producción en otras zonas del país y cumplan con los requisitos establecidos en esta ley.


El desarrollo minero de El Cerrejón nos ha dejado a Los Afro de Tabaco y a otros pueblos sin arroyos, sin ríos, sin lagunas… Los espejos de agua, todos se perdieron, y por eso, hoy en día, allí se muestra la hambruna más grande, por que ya no hay territorio donde hacer la recolección de frutos; se perdió la planta de la medicina ancestral, y ya no somos productores de nuestro poco alimento; ahora solo somos consumidores (Édgar Enrique Arregocés).


 

“Los negros somos un solo pueblo, pero, hay negros que buscan apostarse en primera fila, para recibir las migajas que tira el Estado, mientras otros negros estamos interesados en confrontar al régimen estatal”, explica con disgusto marcado.

 

 

 

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