Por Dr. Polito
En realidad, es un mamarracho con una estatura moral y política que no le alcanza ni para ser pisoteado por cualquier viejo bogotano.
Dice ser el alcalde de una capital en la que lo desconoce uno de cada seis ciudadanos y enfrenta un repudio cada día más vertical y generalizado.
Su nombre ya está en el olvido.
Esta vez, se enfrentó a los bogotanos de tercera edad, que lo declararon su enemigo mortal y prometieron que están dispuestos a superar todas las trabas que el alcalde y sus patrocinadores les quieran tender.
Este jueves, miles y miles de viejos y viejas le pasaron por encima, pese a todas las trabas que les puso para que no pudieran acudir a la marcha en defensa de la ley de pensiones que estudia la Corte Constitucional.
Su decisión de instalar en la Plaza de Bolívar una serie de carpas y casetas con negocios de todo tipo, para evitar que allí se concentrara la marcha de ciudadanos de tercera edad en defensa de la ley de pensiones, fracasó como ha fracasado toda su administración.
Con carpas en el centro de la plaza, con cercas que limitaban el ingreso masivo, con fallas provocadas en el sistema de sonido instalado en la tarima desde donde debía hablar el presidente Gustavo Petro, el fiasco de la Alcaldía fue absoluto.
Todos los obstáculos les inyectaron vigor y energía a los manifestantes, que aprovecharon hasta el último rincón disponible en la plaza y sus alrededores, para apoyar al Gobierno en su interés por darles a los viejos que nunca cotizaron para su pensión, un subsidio que les permita aliviar sus penurias.
Por eso, al alcalde lo incluyeron entre aquellos que “¡No pasarán!”, como los marchantes les gritaron con voces roncas a los políticos opositores y los corruptos que tienen afán y planes concretos para asesinar o destituir a Petro.
Las consecuencias de la actitud del alcalde son claras: miles y miles de personas de tercera edad se declararon sus opositores radicales y están dispuestos a trabajar sin descanso a fin de evitar que su hermano sea aspirante presidencial.
Y juraron amor eterno a Petro, a quien escucharon con reverencia y respaldaron en su lucha por sobrevivir y por llevar a término su Gobierno del Cambio, que todos los políticos tradicionales, sin excepciones, sabotean desde todos los ángulos.
Es tan torpe ese payasito de camisa roja, que no cayó en la cuenta de que, al oponerse a ellos, iba a hacer de los viejos bogotanos, como los hizo, sus enemigos encarnizados.
Si quiere una prueba de la actitud de los manifestantes, puede revisar las carpas que instaló, en las que le dejaron recuerdos como el que grita: “Galán: ahí le dejo sus hp casetas pintadas”.