Por Dr. Polito

Todo cipayo es un traidor, y todo traidor merece la muerte, pues la víctima es la patria.

Un cipayo es aquel que defiende intereses de otros países, a costa de los intereses del suyo.

Como los miserables políticos colombianos de derecha que apoyan las acciones infames de Donald Trump contra Colombia.

Porque, si bien, palabras y actos del Emperador Mostaza van contra el presidente Gustavo Petro, el objetivo final es Colombia. Y el Caribe. Todo. Que nadie lo dude.

El amostazado mandatario lo ha dicho en varias oportunidades, pero, quizás porque lo señalan de orate, muchos no se han detenido a pensar en que la cosa va en serio: Trump quiere anexarse todo el Caribe y hacerlo su Mediterráneo Americano, para recordar la definición del profesor Nicholas J. Spykman.

Si Vladimir Putin (a quien sin duda admira en secreto y a quien no se ha atrevido a frenar en serio) quiere hacer suya a Ucrania, con el pretexto que sea, ¿por qué yo, amo et dominus mundi no puedo imitarlo y tomar todo el Caribe y hacerlo mi barrera de defensa?

Al comenzar su trágico gobierno, prometió tomarse Panamá y el canal transoceánico, porque, según dijo falsamente, China lo manejaba y cobraba sumas exorbitantes.

El pretexto, obvio, cayó solo,

Luego, acusó a Nicolás Maduro de ser el jefe del misterioso Cartel de los Soles, y comenzó a bombardear lanchas, como si estuviera jugando a los soldados en la sala de su casa. Desde luego, va por el petróleo venezolano, como Putin por los infinitos campos de cultivo de Ucrania.

Para Putin, Ucrania puede ser su barricada de defensa contra la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan).

Después de Venezuela, Trump se enfocó en Colombia. A Caracas y a Bogotá les dijo que los atacará militarmente, sin importar porqué.

Con Puerto Rico como su polvorín y su cuartel, los demás países del Caribe no le preocupan. Las naciones de Centroamérica, Cuba, República Dominicana, Haití, Trinidad y Tobago, Jamaica, y un largo etcétera de islas-estado serán pan comido cuando lance el zarpazo.

¿Soberanía de los países? ¿Autonomía? ¿Todo eso qué es? Para Trump, tales conceptos son simples entelequias que le preocupan menos que los panqueques del desayuno.

Pero el Rey Amarillo tiene un problema complicado: la creciente presencia de China en este lado del mundo. Con inversiones multimillonarias e influencias en gobiernos, el gigante asiático tiene intereses enormes en Panamá, Costa Rica, El Salvador, Nicaragua, Venezuela, en el Caribe, tienen enormes deudas con China.

Y, con excepción de Colombia, en el resto de Sudamérica, hay cuantiosos intereses económicos chinos en Brasil, Argentina, Chile, Perú, Ecuador y Bolivia, y pronto los habrá en Uruguay y Guyana.

Este domingo, cuando en Argentina se cuenten los votos para ajustar el Congreso de la Nación, se sabrá si Estados Unidos continuará orientando al gobierno de Javier Milei, que debe alcanzar al menos 45 por ciento de los sufragios, o si las cosas girarán hacia China.

Al fin y al cabo, Beijing hace y deshace con las mayores reservas de litio del planeta, que ya no son argentinas, sino chinas.

El litio es un mineral estratégico sin el cual no es posible, por ahora, producir baterías. Y, como va el mundo, la batería es la nueva rueda, sin la cual, nada se desplaza.

Y Trump está decidido a disparar su escopeta contra todo lo que se mueva, escondido detrás de la trinchera que el cipayismo le está ayudando a construir.

Para Colombia, el peor mal no es Trump, sino la manera como los cipayos le abanican y le soplan el culo para refrescarlo y complacerlo.

Por eso, por traidores, los políticos colombianos de derecha que le hacen el coro al Gran Burundú Burundá del Norte, merecen lo que Simón Bolívar, de manera totalmente errónea, le hizo a Francisco Fernández Vinoni en Ventaquemada.

En este caso, no habrá equivocación alguna, no se reventarán las cuerdas…

Por Dr. Polito

¿Qué el discurso del presidente Gustavo Petro en la ONU es un ejemplo de lo que no se dice en un foro internacional como ese?
Sí, claro, desde luego, ¿por qué? ¿Qué tiene de repudiable?

Que hoy, algunos colombianos, encabezados por la cobarde y corrupta prensa hegemónica se rompan las vestiduras por las palabras presidenciales, es señal clarísima de que Petro dijo lo que se tenía que decir. Lo que se debe decir siempre: la verdad, sin rodeos, sin esguinces, sin ambages, sin esconder nada.

Que, como otros países, Colombia esté acostumbrada a escuchar palabras melosas de sus asustadizos gobernantes, de alabanza a los poderosos, a verborreas cobardes, es otra cosa.

El discurso de Petro es una lección poderosa de cómo se les debe hablar a los que se creen dueños del mundo, una jornada pedagógica para los cobardes que han desfilado por la Casa de Nariño, para los arrodillados, para los abyectos lameculos que han sido presidentes y ministros y líderes políticos.

Las palabras de Petro resuenan por los cuatro costados del planeta, como las de un verdadero líder, dispuesto a lo que sea por defender a los pueblos, por decir la verdad, por pensar diferente.

Lo demás son maricadas de pelafustanes asustadizos, de delincuentes aterrados de que alguien diga, sin temores, lo que ellos debieron decir en su momento, pero se mamaron. Cabrones de mierda, ellos, todos, sin excepción…

¿Dónde está lo malo de decir, por ejemplo, que Donald Trump es un criminal? ¿Qué es, pues, el que mata u ordena matar a un ser indefenso a misilazos, o a martillazos, o como sea, violando todas las leyes internacionales? Un criminal.

¿Que Trump es el presidente de Estados Unidos? Sí, y ¿qué? ¿Acaso eso le da derecho a matar extrajudicialmente a quien le dé la puta gana, como a esas personas que parten de Venezuela en lanchas?
Pudieron llevar droga, pero esa jamás es razón para ejecutarlos, sin juzgarlos, a la vista de un mundo asombrado y también acobardado.
El responsable de esas muertes es un homicida, un delincuente, y debe ser procesado. Pero, ¿dónde y por quienes, si a los organismos como la ONU los mangonea a su antojo cualquiera de los países poderosos?

Por eso, hay que respaldar la propuesta de Petro, de una organización internacional de los pueblos, no de los estados, como lo es hoy la ONU.

Dicen los lambones y ultragodos, que ya no tienen palabras a las que echar mano, que las palabras de Petro traerán repercusiones graves para Colombia.

Quizás, quizás. Pero, si las hay, ¿hay algo más confortable que saber que saber que a uno lo golpean por defender la dignidad, la verdad, el orgullo de tener alguien que dicen lo que muchos piensan pero no se atreven a decirlo?

Deberían aprovechar esos lameculos que se desviven por abrir sus jetazas para defender a Trump y a Estados Unidos, sin importarles que a ellos también los humillen y maltraten.

Deberían aprovechar, ahora que en Estados Unidos crecen y crecen las versiones de que Trump no tiene control de esfìnteres....

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