Colombia pidió a la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas excluir la hoja de la coca de la lista de sustancias nocivas.

La solicitud la formuló en Viena la canciller, Laura Camila Sarabia Torres durante su intervención en el período 68 de la Comisión, mientras insistió en que Colombia no dejará de erradicar las plantaciones.

Sarabia aseguró que, pese a los esfuerzos hechos por Colombia y a los recursos invertidos hasta la fecha, la estrategia actual respecto a las drogas "no ha logrado frenar el consumo, la producción y el tráfico de drogas".

"La evidencia es contundente: el narcotráfico ha frenado el desarrollo de nuestro país, ha victimizado a millones de campesinos, ha financiado grupos terroristas y ha devastado ecosistemas esenciales como la Amazonía", dijo.

En ese sentido, la canciller reiteró la propuesta colombiana de cambiar el rumbo de la lucha contra las drogas, basada en dos puntos: la exclusión de la hoja de coca de la lista de sustancias más dañinas y la puesta en marcha de alternativas económicas para las comunidades afectadas por la guerra contra las drogas.

El planteamiento de excluir la hoja de coca no significa una legalización de la cocaína, dijo Sarabia. Al contrario, enfatizó que lo que pide Colombia es poder explorar e investigar los usos industriales de la hoja de coca.

"La ciencia demostrará que la hoja de coca en sí misma no es perjudicial para la salud. Solo podremos arrebatársela a los narcotraficantes si aprovechamos su potencial en usos industriales, como fertilizantes y bebidas", dijo Sarabia.

Esta propuesta, recalcó, no afectará el compromiso de Colombia en su estrategia de erradicación e interdicción, y destacó que desde el 7 de agosto de 2022 (cuando asumió el gobierno de Gustavo Petro) hasta el 31 de enero de 2025, se han incautado unas 2,000 toneladas de clorhidrato de cocaína y más de 215.000 kilogramos de base de coca. Al tiempo, se han destruido 454 laboratorios clandestinos.

Sobre el segundo punto de la propuesta, Sarabia reiteró que es urgente que se generen opciones productivas viables y rentables para las regiones más afectadas por el narcotráfico, entre ellas el Catatumbo o el Cañón del Micay.

"No podemos permitir que las comunidades queden atrapadas en la violencia y el abandono”, dijo. “Debemos llevar recursos y proyectos de transformación territorial a quienes más lo necesitan”.

Además, dijo que es clave que la comunidad internacional construya un nuevo modelo en su lucha contra las drogas y agregó que dicho modelo debe estar basado en la evidencia científica y en el respeto a la vida. 

"Reformar el régimen global de drogas no significa normalizar el narcotráfico, sino dotarnos de herramientas más eficaces para combatirlo”, dijo la canciller. “No podemos seguir repitiendo los errores del pasado; para Colombia, reenfocar esta política es una cuestión de vida y paz”.