Si la derecha gana, hará lo que sabe hacer, matar a miles: Petro

El presidente Gustavo Petro, en su entrevista con el diario español El País.

Con base en elpais.es

Si las próximas elecciones presidenciales las gana la derecha, “que en Colombia es extrema derecha y no tiene barrera moral”, sabrá qué hacer: “matar. Y no a uno, a decenas de miles de personas”.

Es una de las advertencias más contundentes del presidente Gustavo Petro, en una larga entrevista con el diario español El País, en la que parece arrepentido de “creer mucho” en sus colaboradores más cercanos: los ministros y directores de departamentos administrativos.

Además, admite la peor falla que muchos le anotan: pretender hacer una revolución desde el Gobierno, cuando las revoluciones las hacen los pueblos, pero reitera que en Colombia es necesaria una revolución.

Estos son apartes de la entrevista:

Pregunta. ¿Qué ha aprendido en estos dos años y medio como presidente?
Respuesta. Esto es de una infelicidad absoluta. Es un sacrificio. Lo primero que trataron de destruir fue a mi familia. Quisieron destruir los lazos sentimentales porque un hombre sin lazos sentimentales se vuelve duro, malo, y yerra. Me aislé. Este Palacio, una mala imitación francesa, no me gusta ni cinco. Debe estar lleno de fantasmas. Tengo ganas de traer a un experto en estas materias. De todos modos, cuando la gente me abraza, me siento recargado.

P. ¿Y en qué cree que ha fallado durante este tiempo?
R. En creer mucho en la gente que me rodea. En creer que puedo hacer una revolución gobernando, cuando eso lo hace el pueblo.

P. ¿Es más escéptico que cuando entró?
R. No, hay que hacer una revolución en Colombia.

P. Lo deja para los que vengan…
R. Los pueblos deciden cuándo.

P. En campaña, un contrabandista trató de meter dinero en su campaña política. Ese dinero lo recibió el político catalán Xavier Vendrell, que participaba en su campaña. Eso podría haber destruido su presidencia.
R. Un extranjero recién venido no sabe cómo es esto. Hay que vivir Colombia para lo bueno y lo malo. Vendrell tuvo la honestidad de contarnos. Ese contrabandista lleva 38 años infiltrando campañas. Pedí devolver el dinero y se hizo. No sé si alguien se quedó con algo por el camino. Pedí grabar un video devolviendo el dinero y ese video existe. Lo he visto. En su día, advertí en Twitter de que el narcotráfico trataba de infiltrar mi campaña y de que nadie que no fuera el gerente de la campaña podía recibir un peso. Tratan de destruirme, como a mi hijo.

P. Usted es jefe de Estado y es padre. Hay ahí un conflicto.
R. Lula me dijo que, cuando fuese presidente, lo primero que tenía que hacer es reunir a la familia. Ese fue un buen consejo al que no presté mucha atención. Y es lo primero que intentan. Mi hijo fue débil y por ahí lo destruyeron. Yo no me puedo meter. Porque haría lo mismo que otros presidentes que sí han delinquido, y con pruebas. Tiene que actuar el derecho y no hiperdimensionar el delito. Lo hacen para que se enfrente a su padre por puro instinto de conservación. En eso es cómplice Vicky (Dávila, exdirectora de la revista Semana y ahora precandidata presidencial). Ella tenía un acuerdo con la Fiscalía para sacar todo esto, porque pensaban que me iba a destruir.

P. Ya que habla de Vicky Dávila, ¿cree que ella está en disposición de ganar las elecciones en 2026?
R. Vicky quiere ser Milei. No me puedo meter en cómo el peronismo manejó la política económica y social, pero la sociedad argentina se cansó de ellos y votó lo peor que podría existir. Cuando se repite la historia se construye una comedia. Vicky quiere ser Milei, pero para eso necesita que mi Gobierno sea un desastre. Y yo no lo veo. Lo que no quisiera es un Milei en Colombia. A diferencia de Argentina, un Milei colombiano traería muchísima sangre encima.

P. ¿Y confía en encontrar un candidato progresista para 2026?
R. No un candidato, sino un frente. No hay ninguna fuerza que tenga mayoría. Se necesita un frente amplio. Tengo nombres en mente, pero dejo correr el tiempo.

P. Durante el Consejo (de Ministros televisado) dijo que usted era revolucionario, pero no su Gobierno. ¿Se puede ser revolucionario siendo jefe de Estado? ¿Fue elegido como candidato revolucionario?
R. No estoy seguro de que mi papel sea administrar el capitalismo de los capitalistas. Porque eso ya fracasó. Ese sistema está moribundo y se lleva consigo la humanidad, que es el problema mayor. Desde el Gobierno hay que hacer transformaciones que democraticen las instituciones. Si un funcionario no lo tiene en la cabeza, no lo va a hacer. Ahí es donde viene la diferencia. Son personas que no vivieron mi vida, ni tienen por qué haberla vivido, pero el objetivo tiene que ser transformar Colombia. Venimos de un marasmo de sangre. Si no lo logramos, haremos de Colombia un territorio de cementerios.

P. Parece insatisfecho con muchos miembros de su Gabinete.
R. No hemos conquistado el poder, hemos conquistado un gobierno administrador acorralado por los otros poderes y por intereses económicos, entre ellos los de la prensa. La única manera de liberarse es con un pueblo movilizado. Si llega a ganar la derecha, que en Colombia es extrema derecha, sabe qué hacer: matar. Y no mata a uno, mata a decenas de miles de personas. No tienen barrera moral.

P. Sus ministros critican que tenga a su lado como jefe de Despacho a Armando Benedetti, que ha estado implicado en escándalos (un caso de violencia de género que su esposa ahora niega) y tiene investigaciones judiciales pendientes. ¿Por qué lo defiende? ¿Qué cualidades ve en él?
R. Eso es lawfare. Benedetti viene de la política tradicional y hay cuestionamientos en su política tradicional, acusaciones desde el lado feminista. Su esposa lo defiende. Ya sé que puede haber subordinación, pero un presidente no puede tomar decisiones por un “puede”, sino por hechos. Su hijo estuvo a punto de suicidarse con aquella andanada de la prensa. Su propia esposa me pide que no lo destruya. Una mujer conoce a un hombre; ¿puede una mujer destruirlo? Claro que puede. También un hombre puede destruir a una mujer. Pero no destruir a las personas es dar una segunda oportunidad. El único proceso judicial en firme en su contra es por tráfico de influencias. Si me pongo a ver todo lo que me rodea, todos hacen tráfico de influencias. Todos intentan influenciarme.
P. En ese mismo consejo, la vicepresidenta, Francia Márquez, fue crítica también con Benedetti y con Laura Sarabia.
R. La verdadera pelea no es Benedetti, esa es la excusa para no hablar de otras cosas. Puse sobre la mesa el nivel de lo cumplido y todo terminó en Benedetti. ¿Por qué?
P. ¿Cuál es su relación con Francia Márquez?
R. Hemos estado hablando y fue bien, digamos. Ya veremos cómo marcha la relación. Ella es vicepresidenta por voto popular. Y a mí me parece que ella, fortaleciéndose en la vicepresidencia, puede volver a recobrar liderazgos que necesitamos.
P. Las reformas de salud y laboral tienen que pasar por el Congreso. ¿Está tratando de encontrar nuevas mayorías parlamentarias con Benedetti?
R. Lo intentaremos, pero esta vez no sobre el engaño. Me he sentido engañado.
P. ¿Por quién?
R. Se hace un acuerdo con un partido político, y después ese partido vota en contra. Eso me ha pasado con Claudia López. Me ha engañado como siete veces. Soy un hombre engañado.
P. Hay quien en su entorno le insiste mucho en que se controle en la red X.
R. Por eso soy presidente. ¿Usted se cree que en tiempos de RCN o El Tiempo lo habría sido? ¿Pero quién dice eso?
P. Sus hijas, por ejemplo.
R. Se asustan porque a veces escribo algunas frases asustadoras, pero nunca he dicho nada que no sienta.
P. Por X mantuvo un pulso con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. A finales de enero desautorizó usted el aterrizaje de aviones con deportados colombianos porque consideraba que eran transportados en condiciones humillantes. Esa decisión abrió una grave crisis con Trump, que ordenó imponer aranceles del 25% a Colombia. Usted hizo lo mismo, pero en menos de 24 horas su Gobierno dio marcha atrás y Estados Unidos difundió un comunicado en el que se daba por ganador y que usted retuiteó. ¿Perdió ese pulso?
R. Yo nunca me eché para atrás. O sea, esa palabra que usted acaba de decir no existe.
P. Pero el Gobierno retiró...
R. El presidente del Gobierno soy yo. Y nunca admití ni admitiré que entren colombianos esposados. Ahora los traemos en aviones nuestros y ya casi llegamos a los mil colombianos migrantes que han sido devueltos. Estados Unidos no nos ha dado ni un peso para la gasolina. Son muy tacaños. Pero ahora llegan sin esposas, sin cadenas. Usted saque la conclusión. Aquí no me traen un solo colombiano esposado, si es una persona inocente.
P. En el avión van esposados, ¿no?
R. No. Desde el día en que se devolvieron los aviones, excepto uno que no supe, desde ese día, todos los aviones llegan con hombres, mujeres y niños libres, a menos que tengan algún asunto judicial.
P. ¿Y sus ministros gestionaron bien la crisis?
R. Pues hoy no está entrando ningún colombiano con cadenas, ni cepos ni nada que se le parezca.
P. Usted ha tomado una actitud de enfrentamiento...
R. No, yo creo que ellos lo están entendiendo. Y América Latina debería entenderlo. Veo una América Latina más preocupada por los tratados comerciales que por su propia gente. Y lo primero que hay que establecer en un acuerdo es cómo se trata a la gente. Nosotros no podemos decirle a Estados Unidos que los dejen allá, esa es su decisión. Pero si va a tratar con nosotros, conmigo, es de tú a tú. No hay razas superiores por más armas que tengan.
P. ¿Qué piensa de Trump?
R. No lo conozco. Nunca lo he visto. Hablan unas cosas, hablan otras. Creo que es impulsivo, más que yo. Yo me guío por principios. Él es impulsivo y los latinoamericanos le importamos un bledo; no están en su órbita mental. Mire, está haciendo un gran esfuerzo por lograr la paz entre Ucrania y Rusia, pero no la busca entre Palestina e Israel. ¿Por qué? Porque rusos y ucranianos son blancos, caucásicos. Y los palestinos e israelíes, no. Nosotros tampoco somos caucásicos. Y Trump cree que somos razas inferiores. No existen las razas en el mundo.
P. ¿Considera a Maduro presidente de igual a igual, un homólogo?
R. Vamos a ser realistas: lo que tengo al otro lado de la frontera es a Maduro y su ejército. Y yo tengo que hablar con esa realidad. Que los venezolanos resuelvan su problema. Indudablemente. Y si somos importantes o valiosos para ayudar en ese esfuerzo, pues estamos disponibles.
P. Y volviendo a Colombia, ¿da por terminada la paz total?
R. No, está avanzando bien...
P. Pero el nombramiento del general Pedro Sánchez ¿no supone un cambio en la estrategia militar?
R. La paz total no significa bajar los fusiles.
P. Pero tiene que ver con la seguridad.
R. Esa estrategia la anuncié desde el primer día, y tiene que ver con mi vida personal. El Movimiento 19 de Abril fue una organización político-militar. Nunca dejó la línea política, porque si no viene la degradación.
P. ¿Y no teme una intervención de Estados Unidos en Venezuela?
R. Espero que Trump no dé ese paso.
P. ¿Qué medidas tomaría?
R. Mientras yo sea presidente, mi ejército no se va a usar para acciones aventureras y criminales en otros países.
P. Pero sería neutral.
R. No en la guerra. Sería un error gravísimo en todo el Caribe. Haití, Cuba, Venezuela... deben respirar realmente democracia, y la democracia es la de sus pueblos, no la de los extranjeros. El ELN cree que contará con el apoyo venezolano y considera que si viene una invasión, ellos serán la vanguardia revolucionaria de América Latina y que ese será su momento. Pero tienen una gran falla y es que su financiación es pura cocaína y nadie hace una revolución con la cocaína. Se convierten en paramilitares. Hace unos días mataron a 63 campesinos, acusándoles de ayudar a otro grupo... 

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